Abel Hoheb Gilbert - Antonio Pavón

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QUIEN ES ABEL? (así preguntó el párroco en su velorio)

Buenos días/tardes.

Tras el fallecimiento de mi suegro Abel, he leído tiernos comentarios describiendo su persona, y un incansable apoyo con el ánimo de conseguir que no se sienta su ausencia ya que como dice Goethe “Vivir en el corazón de aquellos que hemos dejado; Eso no es morir”

Hace siete años que tuve el privilegio de conocer a Abel y junto a él un concepto de persona, que a medida que iba observando el trato que le daban sus familiares y amigos, tenía más claro que Abel es íntegro, sin dobles versiones, el mismo para todo aquel que lo conociese. Es por este motivo y algunos más, por el que insisto que Abel es un concepto, con significado propio como si de un nuevo término de la Real Academia Española se tratase, veraz e indiscutible para todos. Con vuestro permiso y el de todos lo que puedan afinar aún más su definición, me atrevo a inmortalizar en papel y tinta aquello que de forma eterna vivirá con nosotros.

ABEL: def, así se conoce al guayaquileño con nombre de pila Abel Emilio Hoheb Gilbert, excelentísimo y honorable ciudadano en todas sus facetas de vida; como hijo, hermano, tío, cuñado, suegro, esposo, padre y abuelo, capaz de conseguir un buen amigo de un familiar y hacer familia de los amigos.

De sexo varón, sin ninguna duda, de estatura alto aunque quejoso de ir menguando algunos centímetros por los achaques de la edad. Delgado, aunque un poco panzón, pero no por gordo, sino por el efecto de los gases.

Con parálisis parcial de la cara, defecto convertido en virtud que le brinda una gran característica de su persona, con sólo media sonrisa sobraban sonrisas completas, y con sólo fruncir medio ceño, elevar una ceja y mostrar su azul ocre sobre las gafas, sobraban palabras para indicar “póngame otra porción de dulce”, “échame más largo el trago” o bien un “ hable serio”… me da a mí que con él empezó la actual tendencia minimalista de <menos es más>.

De bigote recortado, bien afeitado y perfumado, de manos pulcras y uñas bien recortadas, con asombrosa suavidad curativa y dureza capaz de desgastar el oro de su alianza. Con su andar peculiar de paso corto y cimbreante, se convertía en el incansable guía turístico de su ciudad y cómo no, de su cerro Santa Ana que lo vio crecer, orgulloso de ser el ciclista más intrépido de su cerro a quien conocían como “piernas de oro”.

Vecino del barrio Las Peñas donde entre olor a alfajores de sus tías Hoheb, jugaba a la pelota con los adoquines como adversario y los cañones como arco.

Gran orador, relator y protagonista de interesantes batallitas, que a priori suenan a farol y finalmente se contrasta su veracidad por amigos y familiares.

Polifacético en sus profesiones, de título universitario Mecánico Dental, aunque un currículum vitae lleno de variopintas atribuciones como fotógrafo de bodas y comuniones, camaronero, técnico de mantenimiento y un largo etc., sin dejar atrás sus preferidas profesiones domésticas de inventor, médico, chef, arquitecto y constructor, constructor también de una FAMILIA en mayúsculas usando como cimiento el amor, el respeto, el compromiso y la lealtad sin dar cabida al rencor, la envidia o el odio que nunca se vieron entre sus construcciones. Además es soldador, luz incandescente que une fríos metales, territorios, culturas y corazones.

Un eterno joven, negado a envejecer ni en cuerpo ni en alma, lo cual le fue concedido por Dios agradeciendo su gran labor como hermano.

Un ser con una gran habilidad culinaria heredada por su genética Hoheb ofreciendo “bocatti di cardinale” a quien quisiera compartir mesa con él. Por otro lado, su genética Gilbert lo hacían sentir orgulloso de los fundadores del Hospital de Guayaquil y le inspiraba confianza suficiente para automedicarse y así sentirse “papelito”.

Un intachable caballero con su esposa, un enamorado de su hija, un gurú para su yerno y un ángel de la guarda para su nieta quien crecerá sintiendo a su abuelo, os garantizo que le enseñaremos a percibirlo.

Servicial con familiares y amigos, financiara sin ánimo de lucro, taxista de corto y largo recorrido, embalador y estibador como terapia relajante, y más rápido que Nelson si faltase algo para atender a sus invitados.

Estas son algunas cualidades de este gran “muchachón” que vivió en Paz y en Paz descansa sabiendo que su labor en la Tierra no fue en vano.


Nunca pararémos de quererte.




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